La bajada se realiza desde el mismo parking junto al Castell. Se trata de una senda que baja en picado hasta el pie de la vía.
El primer tramo comienza con un pequeño desplome y sube una vertical que nos deja en una pequeña repisa para flanquear a derecha. El segundo tramo es otra vertical que nos deja junto al puente tibetano.
Las grapas y el cable están en perfecto estado. En los tramos verticales se toca pared pero hay pies y manos por todos los lados.
Desde aquí cruzamos cincuenta metros con una caída de entre 12 y 15 m. El puente se pasa bien, no se mueve demasiado y yo (172 cm) no encontré el cable de vida demasiado alto como había leído en otras reseñas.
Sin duda, el puente es lo más chulo de esta ferrata.
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